martes, 1 de febrero de 2005

Mi abuelito

Esta madrugada, cuando estaba casi en el quinto sueño, sentí la imperiosa necesidad de levantarme y prender una veladora... La verdad es que no soy super creyente, pero pues creo... y esta madrugada pedí por mi abuelito

Recuerdo a mi abuelito como un viejito con dentadura postiza que hacía un ruido desagradable cuando comía, pero también me acuerdo que le encantaba desayunar huevo con chile piquín, que hacía el agua de horchata más deliciosa que he probado en mi vida, que le encantaba ponerse mucha loción, que no importaba que fuera domingo, siempre vestía de traje, que me la pasaba en vela y a escondidas con él viendo en la tele la serie de beisbol y que inútilmente me explicaba cada una de las jugadas o lo que sea que haya en el beis.

Mi abue fue un papá muy exigente, que causó mucho daño físico, pero sobre todo emocional a todos mis tíos, tías y abuelita... pero esa era la única manera que él concebía para educar, pensaba que la disciplina y el respeto se ganaba mediante el miedo. Sin embargo, le preocupaba mucho el futuro de sus hijos y casi casi los obligó a terminar una licenciatura que les permitiera vivir a gusto en su vida.

"Don Nico" tenía una lonchería en Tacuba, ahí le mesereamos la mayoría de mi familia... me encantaba atender al señor Don Pedro, quien era el panadero y siempre me despachaba primero los bolillos recién horneados a pesar de la larga fila que se hacía... eso fue cuando yo tenía 7-8 años. Cuando mi abuelito dejo su negocio fue al único lugar que pensó que sería bien recibido: la casa de mi abuelita. En ese entonces nosotras (abuelita, tía, mamá y yo) vivíamos en Izcalli y él llegó ahí con sus pocos tilichitos a pedirnos refugio y asilo.

A pesar del rencor que mi abuelita le guardaba lo aceptó, así fue como mi abuelito me vio crecer durante mis años de primaria y secundaria. Era gracias a él que yo llevaba dinero para poder comprar cualquier porquería en la escuela, o bien, ahorrarlo para comprarle regalos a mi mamá; también él me regaló mi primer reloj de pulso, me hizo fanática de los besos (el pan ese que parece esfera y en medio tiene mermelada), conocí la música de orquestas lidereadas por Ray Coniff y no-se-que Miller y muchas veces me reveló que yo era su nieta favorita...

Él siempre se jactó de tener buena salud, sin embargo, algunos estudios revelaron que era una gran mentira: mi abuelito había tenido hepatitis tipo algo y le había dañado el hígado, y además tenía la temible diabetes. Después de esto nada fue lo mismo, mi abuelito perdió peso como en un mes, cada vez se veía más demacrado, tuvo que regresarse con mi abue después de haber vivido solo un semestre. Yo ya no estaba ahí, así que él pudo ocupar el que había sido mi cuarto.

Un día se desapareció y nadie lo encontraba; después de haber sido comerciante toda su vida, sentía la necesidad de ir a las calles del Centro y comprar su mercancía. A cambio se encontró con una camioneta que lo llevó a un albergue y de ahí mi abuelito se vino completamente para abajo.

El sábado 24 de enero fui a mi casa en Izcalli, mi abuelito quería cenar y yo le di cereal en la boca... lo cobijé y lo abracé... me dijo que me quería mucho y que se sentía muy orgulloso de mi... yo le dije lo mismo. El domingo cuando salí de mi casa no me despedí de él porque estaba dormido. Pero yo sabía que iba a ser la última vez que lo vería con bien.

El miércoles 28 de enero nos avisaron que mi abuelito estaba en coma en Magdalena de las Salinas, fuimos rapidísimo y pude entrar a verlo. Tenía conectados mil tubos y su respiración era muy pausada... le hablé y le dije que todo saldría bien, tratándome de convencer a mi misma de que así sería. Pero no fue así.

A las 11 de la noche del 1 de febrero de hace 7 años, mi tía le habló a mi mamá. Yo contesté. Sólo pude sentarme a llorar en la cama. Lloré muchísimo tiempo, en mi casa, en el velorio... fue extremadamente shockeante verlo y ver a toda mi familia super triste. Sé que mis tíos aun no trascendían todo lo que les había hecho, y aun no lo hacen... pero sé que muchos no son los mismos desde ese día.

Y hoy, sé que en donde quiera que esté, está bien... y sé que me protege y me ha ayudado a llegar a este punto de mi vida. Abuelito, te recuerdo y te quiero infinitamente.

6 comentarios:

Divina dijo...

Una luz para tu abuelito y un abrazo para ti por el recuerdo.

Elotito dijo...

Amiga, ojalá todas las personas se aferraran a los detalles chidos de los demás como lo haces tú.

Eres un beso (o sea, un pan bien dulce).

Paranoid Android dijo...

A que chido, la neta.

Saludos!

Lizette S dijo...

Que bonitos recuerdos tienes de tu abuelito.
Estoy segura que desde el cielo te está cuidando.

Saludos!!

Juan José Galván V. dijo...

Rociada, me hiciste recordar cuando, en el velorio de mi abuela, el abuelo me preguntó en un momento de lucidez, por qué no había ido a verlos antes.
Poca fortuna tuve cuando niño en disfrutar a mis abuelos paternos, los únicos que me sobrevivieron. Tu post me evocó algunos buenos momentos. Contra todo y como era la educación de esos tiempos, que a madrazos entraba y se aleccionaba, a ellos debemos en gran parte lo que somos.
Un fuerte abrazo.

chiecito dijo...

Mil gracias a todos por sus comentarios =)

Luz y paz para todos, y sobre todo, mucho rock!